El entramado energético se activa a medida que abrimos nuestro corazón.
Quiero verte de pie y con el rostro bien alto, resplandeciente. El universo aguarda que manifiestes todo tu potencial. Tu núcleo porta el fuego del espíritu. Quebrá el maleficio. Trascendé los pensamientos negativos, que te perturban y acorralan. Recobrá tu fortaleza interior. Sos libre. El viento clama que abras tus alas. Una omnipresente frecuencia te abraza y vivifica. Escuchá la voz de tu corazón. Sos más que un simple cuerpo. Sos hijo de la luz.
Percibís la vibración. Se te eriza la piel. Tu espíritu implora que escuches este mensaje. Me pediste que te lo recuerde cuando llegara el momento preciso: encarnaste para manifestar, a través de tus dones y talentos, espacios de amor y consciencia que le devuelvan al hombre su dignidad. Tu misión es nivelar hacia arriba, centrado en tu esencia. Viniste a que la Tierra recupere la magia y el encanto.
La luz te convoca. Levantá tus brazos bien alto, que otros reaccionen al ver tus manos orientadas hacia el Sol. Es necesario acrecentar el caudal de confianza en que el cambio es posible y necesario. Permanecé atento. Tus puntos más sensibles pueden ser tocados, de manera sutil, de modo que te sea muy difícil reconocer que el objetivo es ponerte de rodillas, para que no alientes a que otros despierten.
Cuanto más se acercan los tiempos de definiciones, más caótico se vuelve el entorno a través de la confusión y la desesperanza. Que la envidia, el resentimiento, la violencia, la tristeza y el desgano no te atrapen. Se fiel a tu naturaleza interna. No dejes que cierren tu corazón. Mantenelo siempre abierto y vibrante, es la puerta hacia un mundo más humano.
Respirá bien profundo. Liberá la pesadez. Dejá que tu alma se recargue de optimismo y que tu cuerpo recupere la armonía. Nunca olvides que estás acompañado. Sentí lo que sucede… Una energía, amorosa y cristalina, desciende y te envuelve, dulcemente, porque te ama. Antes de despedirse te susurra al oído, de manera clara y sincera:
“tenelo siempre presente, sos hijo de la luz”.
Por Julio Andrés Pagano
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