“no creo que pueda ayudarte en tu libro porque hay un pequeño problema. Nos soy un chico normal y no se si al lector le puede importar lo que yo pueda decir. La mayoría de las cosas que me interesan no le interesan a los otros chicos…”
Joaquín, 11 años
El niño índigo, en su frecuencia especial y –por el momento- distinta a le de muchos otros, puede reconocerse diferente, sentirse incomprendido y solo en su particular modo de percibir y sentir la realidad.
Puede resultarle dificultosa la integración, tanto familiar como escolar y social. Compañeros, amigos, adultos pueden burlarse de comentarios, características, tendencias místicas, respuestas atípicas provenientes del increíblemente rico y sensible mundo interno de estos seres, que resultarán así excluidos de los grupos.
Al sentirse rechazado y no entendido, el niño puede preferir jugar solo, replegarse, encontrar satisfacción en el mundo de sus intereses o aliarse con aquellos que comprendan y respeten su sintonía. De este modo pueden manifestar un perfil antisocial.
Incluso suele observarse la inclinación a conectase mejor con algunos adultos.
Es necesario que el educador, consiente de esta cuestión y su importancia, encuentre caminos creativos que colaboren para lograr una integración social adecuada y respetuosa de las diferencias.
Muchos de ellos, “niños tecnológicos”, como llama Nancy Ann Tappe a esta nueva generación que presenta un importante inclinación hacia la tecnología, prefieren pasar largas horas del día interactuando con sus computadoras.
Extraído del libro: “índigo y niños de hoy” Nuevos adultos para nuevos niños.
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