El individuo puede experimentar y crear lo que se le antoje en su propio mundo; pero si a él se le antoja hacer aquello que le haga a otros experimentar discordia, él se obliga a experimentar la misma condición hasta que comprenda lo que es el efecto de su propia creación sobre la vida ajena en el Universo.
Un sentimiento o deseo de que otro muera ocasionará la misma cosa al que lo emite, ya que sale hacia la otra persona pero se devolverá hacia aquél que lo lanzó.
Muchas veces los individuos permiten que surja su resentimiento contra alguna injusticia, hasta el punto de desear que el mundo sea liberado de alguien; ésta es una forma sutil de enviar el pensamiento de muerte, y al que lo lance tiene que devolvérsele. Esta es una Ley Inmutable; muchas personas ocasionan su propia muerte con esta sutil actividad, ya que nadie escapa a la Ley.
La humanidad lleva miles de años destruyéndose los unos a los otros en esta forma sutil, porque no quiere aprender la Ley de la Vida y obedecerla.
La Práctica de las Llamas.
Saint Germain.
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