HUIR DE LA CIUDAD
Consejo de los ángeles:
Hay dos cosas de las que no podemos huir: nuestra sombra y nuestra conciencia.
La vida está llena de historias sobre padres egoístas que huyeron de la ciudad, abandonaron a su marido o a su mujer para correr detrás de sus amantes o de pícaros con mucho arte cuyas víctimas descubren demasiado tarde, cuando intentan “cobrarse” las promesas recibidas, que el número de teléfono que les dejaron no contesta. Pero existen formas menos obvias y dramáticas de escapar de la ciudad. Podemos dejar encendido para evitar contestar a alguien con el que no queremos enfrentarnos. Podemos vivir negando, rechazando ver un problema o admitiendo nuestra responsabilidad en su desarrollo. Huir de la ciudad puede parecer la salida más fácil, pero a la larga lo es mucho más enfrentarse a los hechos y a los errores. Aunque huyamos de la ciudad siempre nos alcanzarán los asuntos sin resolver. Cuando nos enfrentamos a las cosas, la recompensa es poder empezar de nuevo, se abre ante nosotros un futuro inmaculado, la posibilidad de vivir en un estado de libertad y sinceridad, en vez de en un estado policial de negación.
¿Has huido alguna vez de la ciudad? Si es así, ¿cómo y en qué contexto? ¿Cómo te sentías? ¿Alguna vez has vuelto para hacer lo que debías? ¿Existe alguna posibilidad de que todavía pudieras hacerlo? Si te has arrepentido alguna vez de haberlo hecho, intenta plasmar tus sentimiento, penas, apologías o esperanzas en el papel. Si abandonaste a alguien, escríbele una carta. Si huías de la desgracia o de la circunstancia, escríbete una carta de perdón. Después lee lo que has escrito y observa si puede tener lugar algún cambio en tu vida.
Meditación de los ángeles:
Me enfrento a mis responsabilidades
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