LA FIESTA ES MÍA
Consejo de los Ángeles:
“La fiesta es mía y si quiero, me pongo a llorar ... si quiero, me pongo a llorar ... si quiero, me pongo a llorar ...”
LESLIE GORE, It’s my party
El lector que pase de los cuarenta probablemente recordará este éxito musical de principios de los años sesenta. La heroína de la canción coge una rabieta el día de la fiesta de su cumpleaños , porque su novio, Johnny, sale con Judy, su rival. Este pequeño melodrama se alzó hasta los primeros puestos de todas las listas de la época y aún hoy se oye con frecuencia, sobre todo en las emisoras de música dedicadas a los éxitos antiguos, lo que significa que caló hondo en el inconsciente colectivo.
Naturalmente, tuvo su continuación, en una triunfante Judy’s Turn to Cry, en la que nuestra protagonista proclama encantada: “Ahora le toca llorar a Judy ... le toca llorar a Judy ..., porque Johnny ha vuelto conmigo”. ¿Qué pensarán los ángeles cuando comprueben la mezquindad del contenido de las canciones de nuestra vida? Probablemente se digan, sí, desde luego, la fiesta es tuya y puedes llorar si te apetece, pero lo cierto es que las fiestas organizadas para dar pena suelen acabar con un solo invitado: el anfitrión. Los ángeles esperan que nos estimemos lo suficiente para exigir una auténtica lealtad en el amor, y nos dicen que si queremos comportarnos como niños llorones, ¡adelante!, pero ellos no asistirán a nuestra fiesta.
¿Qué te parecen los niños llorones? ¿Qué piensas de esas personas que disfrutan con las escenas lacrimógenas de otros? La próxima vez que tiente ser un niño llorón, imagina que ángeles te están observando; probablemente la situación se volverá ridícula y te dará vergüenza.
Meditación de los ángeles:
Prefiero reirme de mis problemas que llorar por ellos
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