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sábado, 6 de junio de 2009

Los dos grupos de guerreros


Parece ser que había dos grupos de guerreros en un sitio determinado del planeta Tierra. Los dos grupos tenían conocimiento de los nuevos dones de Dios en la nueva era, y cada grupo incluía guerreros de la luz. Comprendían sus contratos y sabían que había fuer­zas oscuras en acción que quisieran evitar que alcan­zaran sus objetivos personales. Así pidieron a Dios los dones de la nueva energía y cada guerrero recibió su paquete según habían pedido.
Cada paquete dado a los guerreros era personal, y cada uno de ellos contenía tres elementos: una espa­da, un escudo y una armadura. La espada representa­ba la verdad y nunca podía romperse. La verdad es pura, y la espada ofrecía, también, una defensa per­fecta contra los engaños de los oscuros. El escudo representaba el conocimiento –conocimiento de la debilidad del enemigo, y conocimiento de eones de archivos de los antiguos. Ninguna energía podía penetrar el escudo, puesto que el
conocimiento anu­laba los secretos y las conspiraciones. Los secretos y las conspiraciones no pueden existir en la luz del conoci­miento porque su poder depende de un espacio negro de ignorancia. La armadura representaba el "manto del espíritu de Dios". Era la sabiduría de conciencia espiritual que daba a los humanos la capacidad como "partes de Dios" que son. Por lo tanto, representaba la sabiduría de Dios en todas las cosas; especialmente sabiduría para poseer la verdad y apoyar el conoci­miento frente al ataque.
Sucedió que hubo un ataque coordinado de las fuerzas oscuras. Ambos grupos de guerreros de la luz sentían que estaban preparados, y rápidamente busca­ron sus poderosos dones para rechazar al enemigo. Al acercarse las fuerzas oscuras, el primer grupo abrió sus paquetes y miró fijamente su contenido con incredu­lidad. ¡Estaba todo desmontado! Había un manual con una nota que decía, "SE REQUIERE MONTAJE". No podían estar listos a tiempo para enfrentarse al ene­migo, y así este grupo de guerreros fue invadido y vencido por aquellos que podían controlarlos. Sintieron amargura y pensaron que Dios les había engañado con una falsa esperanza y sentimiento de seguridad. Curiosamente, incluso después de la derrota, seguían teniendo sus paquetes pero pensaban que las herramientas eran inútiles.
El otro grupo había abierto los paquetes tiempo atrás. Habían ensamblado las herramientas y habían practicado su uso. Estuvo bien que así lo hicieran, porque descubrieron que la espada era casi demasiado ligera para manejarla correctamente. Descubrieron que el escudo tenía tantas posibilidades que les era difícil saber exactamente cómo sujetarlo, ¡y vieron que la armadura era realmente pesada! Con práctica y meditación, acabaron aprendiendo cómo equilibrar todo, y estuvieron preparados.
Se dieron cuenta de que ninguna de las herramien­tas funcionaba si no era con las otras. La armadura, lo más cercano a su piel, era la clave, porque de algún modo les daba la sabiduría para controlar la espada y el escudo. Además, el escudo se usaba de muchos modos dependiendo de la situación, y la espada se controlaba fácilmente cuando se usaba adecuadamen­te el escudo. Cuando llegó el ataque, el enemigo vio esta fuerza capacitada y escapó. La batalla no existió, y los guerreros se regocijaron de su victoria. No hubo víctimas y no se sufrieron heridas.

Postdata del autor:
Hay algunas personas profundamente espirituales que siguen esperando que Dios "haga algo" por ellas. Cuando necesitan sanación, le piden a Dios que lo haga, y esperan, esperan y esperan. Cuando quieren que las situaciones que les rodean cambien, piden a Dios que lo haga, y esperan, esperan y esperan. Esto es resul­tado directo del hecho que así es como funcionaba, y las antiguas escrituras lo muestran.
De hecho, la historia de Moisés ejemplifica esto. Dios lo hizo todo, y a Moisés y su gente se les enseñó que debí­an irse cuando se les dijera. Desde plagas hasta aguas divididas, pasando por el grabado de instrucciones en la piedra, todo lo hacía Dios. Incluso cuando los israelitas andaban por el desierto, Dios los alimentaba diaria­mente, enviando comida desde el cielo.
Esta era la antigua energía, antes de un tiempo en que a nosotros, como humanos, se nos permitiera el honor de llevar una mayor energía y capacidad. Cuando el gran maestro judío del amor. Jesús, anduvo por la Tierra, fue el mensajero que nos dio la. palabra de que todo estaba cambiando.
La edad del amor de Dios estaba sobre nosotros. Habló de dones espirituales y nos los mostró. Dio mara­villosos sermones, hizo grandes milagros, enseñó a un pescador a andar sobre las aguas, e incluso pronunció las siguientes palabras: "¡Podéis ser como yo!"
Su mensaje, pues, era claro: éramos criaturas espiri­tuales recién capacitadas si es que escogíamos serlo, con poderes que parten claramente de la mismísima fuente del amor.
Ahora estamos congregados en el milenio, y se nos dan más dones porque, como nos dice Kryon, los hemos ganado en esta era de amor. Incluso ahora, sin embargo, hay aquellos que sienten que los viejos métodos de esperar que Dios lo haga todo siguen estan­do vigentes; pero no lo están. En esta nueva energía, se nos pide que co-creemos nuestra realidad. La co-creación requiere dos entidades (a esto se refiere el pre­fijo "co"). Requiere la cooperación entre la fuente de Dios y la parte de Dios del humano llamada "yo superior".
Es absolutamente indispensable pues que aprenda­mos las nuevas maneras de funcionar espiritualmente en la nueva energía de nuestro planeta.
Las predicciones de maldiciones y pesimismo de Nostradamus llegarán y se irán, y muchos se darán cuenta de que Kryon tenía razón. Nos encontramos en un paradigma completamente nuevo para el planeta Tierra, y al navegar a través del tiempo en que todo debía terminar, más nos vale que empecemos a comprender cómo contribuimos espiritualmente en todo el esquema y encontremos las maneras designa­das para trabajar con Dios para hacer de este planeta un gran lugar. Aquellos que no lo hagan se decepcionarán mucho, y no comprenderán lo que ha sucedido.
Conozcan los dones.
¡Abran el paquete y utilícenlo!
Comprendan cómo la verdad, el conocimiento y la sabiduría trabajan conjuntamente ¡para dar un gran poder a esta nueva era!


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